viernes, 14 de marzo de 2014

Soledad y reclusión


La vida es una isla en el océano de la soledad y la reclusión.

La vida es una isla, las rocas son sus deseos, los arboles sus sueños y las flores su soledad, y está situada en medio del océano de la soledad y la reclusión.

Tu vida, amigo mío, es una isla separada de todas las otras islas y continentes. Independientemente de cuantas naves envíes a otras orillas o cuantas echen amarras en la tuya, eres en ti mismo una isla separada por tus propios pesares, recluida en su soledad, lejana en su compasión y oculta en sus secretos y misterios.

Yo te he visto, amigo mío; sentado sobre una pila de oro, enaltecido en tu riqueza y poderío, y seguro de que un puñado de oro es el eslabón secreto que une los pensamientos de la gente con los tuyos y sus sentimientos con los tuyos.

Te he visto como a un gran conquistador dirigiéndose hacia una fortaleza la frente de un ejército, luego destruyéndolo y capturándolo.

Pero al verte nuevamente, halle tras el muro de tus tesoros un corazón trémulo en su soledad y reclusión como el temblequeo de un hombre sediento encerrado en una jaula de oro y joyas, pero sin agua.

Te he visto, amigo mío, sentado en el trono de la gloria rodeado de gente que exalta tu caridad, enumera tus dones, y te observa como si estuviera ante un profeta que elevara sus almas hasta los astros. Te he visto mirarlo con el rostro radiante de satisfacción y poder, como si fueras para ella lo que el alma para el cuerpo.

Pero al mirarte nuevamente, te he visto solo y recluido detrás de un trono, sufriendo en tu reclusión y estremeciéndote en tu soledad. Te he visto extendiendo la mano como mendigando a invisibles espectros. Te he visto mirando por sobre los hombros de la gente un horizonte distante vacío de todo excepto de soledad y reclusión.

Te he visto, amigo mío, apasionadamente enamorado de una hermosa mujer, llenando sus palmas de besos, mientras ella te mira con bondad y afecto en los ojos, y los labios impregnados de ternura maternal; me dije, secretamente, que el amor había borrado tu soledad y acabado con tu reclusión y que ahora estabas dentro del alma eterna que atrae con su amor, a todos aquellos separados por la soledad y la reclusión.

Pero al mirarte nuevamente, vi tras tu alma otra alma solitaria, como una niebla, tratando en vano de convertirse en una lagrima en la palma de aquella mujer.

Tu vida, amigo mío, es una residencia distante de cualquier otra residencia o vecinos.

Tu alma es una morada alejada de otras moradas designadas después de ti. Si esta residencia es oscura, tú no puedes iluminarla con la lámpara de tu vecino; si esta en medio del desierto, no puedes transportarla al jardín cultivado por otros.

Tu alma, amigo, está rodeada de soledad y reclusión. Si no fuera por esta soledad y esta reclusión tú no serias tú y yo no sería yo. Si no fuera por la soledad y la reclusión, pensaría, si oyera tu voz, que estoy hablando; aun así, si viera tu rostro, imaginaria que estoy ante un espejo.
                                                                                                        
                                                                                    Khalil Gibrán "El loco"

3 comentarios:

  1. ¿Quieres marchar, hermano mío, a la soledad? ¿Quieres buscar el camino que lleva a ti mismo? Detente un poco y escúchame.
    «El que busca, fácilmente se pierde a sí mismo. Todo irse a la soledad es culpa»: así habla el rebaño. Y tú has formado parte del rebaño durante mucho tiempo.
    La voz del rebaño continuará resonando dentro de ti. Y cuando digas «yo ya no tengo la misma conciencia que vosotros», eso será un lamento y un dolor.
    Mira, aquella conciencia única dio a luz también ese dolor: y el último resplandor de aquella conciencia continúa brillando sobre tu tribulación.

    Pero ¿tú quieres recorrer el camino de tu tribulación, que es el camino hacia ti mismo? ¡Muéstrame entonces tu derecho y tu fuerza para hacerlo!
    ¿Eres tú una nueva fuerza y un nuevo derecho? ¿Un primer movimiento? ¿Una rueda que se mueve por sí misma? ¿Puedes forzar incluso a las estrellas a que giren a tu alrededor?
    ¡Ay, existe tanta ansia de elevarse! ¡Existen tantas convulsiones de los ambiciosos! ¡Muéstrame que tú no eres un ansioso ni un ambicioso!
    Ay, existen tantos grandes pensamientos que no hacen más que lo que el fuelle: inflan y vuelven aún más vacíos.
    ¿Libre te llamas a ti mismo? Quiero oír tu pensamiento dominante, y no que has escapado de un yugo.
    ¿Eres tú alguien al que le sea lícíto escapar de un yugo? Más de uno hay que arrojó de sí su último valor al arrojar su servidumbre.
    ¿Libre de qué? ¡Qué importa eso! Tus ojos deben anunciar con claridad: libre para qué.

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